A donde el corazón te lleve: Budapest

Como segunda entrada de la serie de fin de año quiero dedicarla a esta ciudad que me cautiva y me eleva. Porque es un sitio que me consiente y me habla de raíces.

Budapest es uno de esos destinos constantes en belleza, historia y fortaleza. El río Danubio independiente fluyendo en el medio de la ciudad me parece, es símbolo de la separación que hubo entre Buda y Pest, pero también el cinturón, la costura de esos dos pedazos que a pesar de sus diferencias lograron superarse y unirse, para dar vida a la increíble capital de Hungría.

La referencia que siempre tuve de Budapest fue el edificio del parlamento y la ópera, lo mismo que la leyenda del terrible Attila con su caballo, que «donde pisaba no crecía la hierba».  Cuando niña, imaginaba un caballo gigante y pesado, muy blanco y de larga cola, dejando la quema de su herradura marcada en el pasto, donde nunca más hubo vida.

Pero a pesar de estos íconos, Budapest es mucho más que dos o tres edificios. Ahí corre un rumor, se percibe una fuerza sutil, no violenta que arropa en el frío y desnuda en el verano. El turismo se va apuntalando y cada año, cuando voy de visita, siempre hay algo que me enamora más. Y es precisamente la invisibilidad del amado, el no saber qué es específicamente lo que me seduce, lo que hace que le  quiera y añore más.

Me gusta disfrutar allí de los pequeños placeres, un dulce en la pastelería Gerbaud, por ejemplo, con un cafecito servido en porcelana. La decoración interior de la pastelería y el ambiente deleitan. Las Pavlovas en el bistró Deriné cerca de El puente de las Cadenas.

Caminar por las plazas del centro, o la calle Vací, sin demasiada prisa. Llegar hasta la catedral de San Esteban y terminar en el mercado central, otra de las obras maestras de arquitectura que engalana  la ciudad. También el arte, que se puede ver por supuesto en variedad de museos, pero las galerías son el dato.

Antes de viajar, reviso las páginas web dedicadas al arte, las revistas de eventos y las páginas de turismo locales y me entero de cuáles  exhibiciones pueden ser de interés. Estas galerías en sí mismas están en locaciones hermosas, en edificios antiguos o en espacios modernos y así aprecio mejor el contraste de la ciudad.

Puedo empezar a nombrar íconos como el Castillo de Buda y luego todo es esencial, es decir, todo lo que es promocionado para ver de Budapest, vale la pena, pero también vale la pena tomarse su tiempo para investigar un poco más.

Un buen baño en las aguas termales, a temperaturas variadas, con distintos niveles sulfúricos son una delicia para reposar el cuerpo de los dolores musculares o simplemente después de una larga caminata.

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Foto tomada de internet

Los detalles culturales, como la taza del baño, (poceta), cómo describirla, tiene una especie de «plateau» para que tus desechos queden a la vista y cercanos antes de bajarlos… Eso siempre me ha dado mucha curiosidad.

También me gusta visitar el zoológico, a pesar de las diatribas en torno a estos lugares, aquí los animales parecen contentos. (Le pregunté a una veterinaria noruega que hizo sus estudios de veterinaria allí y me dijo que los animales son queridos y bien cuidados). La arquitectura y el diseño también son memorables. Y ya que hablo de animales, aquí tu mascota será feliz porque si bien no es una ciudad de gran población canina, no le ponen peros al que los tiene. He viajado con mi perrito Tito cantidad de veces y se le ha visto muy contento y hasta posando frente al parlamento.1053352_10151499009501452_99412599_o

img_20161228_132846Lo que más nos gusta a Tito y a mí de aquí son las charcuterías, y después de que nos hemos dado un atracón de chorizos y salamis de paprika (pimentón rojo), es bueno tener en cuenta y mencionar al Unicum.  Una bebida de hierbas que tiene el sabor de un beso con alguien que te gusta pero sobre quien tienes dudas. O lo amas o lo rechazas, o no sabiendo lo que has sentido, comienza a gustarte de a poco.

Vuelvo al Unicum, y no es publicidad, pero ees excelente para la digestión. La cocina húngara es riquísima, pero también muy pesada. Sin embargo hay un restaurantes que ofrecen comida más trabajada y de tendencia, como lo que sirven en Borkonyha, cerca de la catedral de San Esteban. Está buenísimo, para quedarse un rato charlando y bebiendo vino. Otro es Bock Bistró, tradicional-moderno, de buena mesa, ambiente y el servicio, y esa manteca con pedacitos de bacon para comer con pan, inolvidable.

Esos son ejemplos de las ganas de hacer las cosas bien, no para los turistas, sino para ellos mismos. Y por último, está el super tradicional de excelente calidad, Rosenstein. Es el abuelo! Ha estado ahí por décadas y aún necesitas reservar si quieres mesa. Se pone al tope a la hora del almuerzo.

Luego para unas copas, el área de la ópera está muy bien. Cafés y bares por doquier, grandes, chicos, clásicos, como los busques.

Y si bien es verdad que a mí todo me gusta de esta capital centro-europea, por supuesto también tiene su lado oscuro. Que no es Disney tampoco, ni corren hadas y elfos por las praderas. Y es precisamente porque es una ciudad que se ha ido levantando poco a poco de una historia opresiva como los otros países de la región, algunas esquinas esconden ladrones  y timadores. Hay que  estar despiertos, sobre todo cuando se sale de noche. A mí nunca me ha sucedido nada, pero no por eso no voy a dejar de advertirlo.

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El Parlamento brilla de noche y de día

Pero a mí Budapest me fluye despacio, como un amor bonito, elegante, pero relajado, sin pretensiones, sin una etiqueta tiesa y constreñida. La gente sonríe y tiene buen humor en la mayoría de los casos y soy feliz. Siento que cuando vuelvo de allí, el resultado es una versión de mí suavemente refinada.

Mientras camino por sus calles, pienso en Sandor Marai, el escritor, el premio Nóbel de literatura Imre Kertész. Zsa Zsa Gabor y ¿por qué no? en Bela Lugosi, (tiene bastante con qué haerse inspirado para interpretar al Conde Drácula).

Ojalá entendiera lo que dicen. Poder leer más en su idioma, pero el húngaro es una de las lenguas más difíciles del mundo, no se parece a nada. Tengo esperanzas de aprender un poco cada vez. Con el inglés vamos bien y cada vez más hay interés por el español. Pero  esto no es problema porque, como dije antes, el tema aquí es esencial.

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Y además, de ser una ciudad económica y completa, para patear este destino, con las ganas basta!

«She said she never wanted to have secrets from me nor from herself, which is why she wanted to write down everything that otherwise would be hard to talk about. As I said, later I understood that someone who flees into honesty like that fears something, fears that her life will fill with something that can no longer be shared, a genuine secret, indescribable, unutterable»

Fragment from Embers, by Sándor Márai.

Egészségedre! (Salud!)

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