Viajar La Sensación Constante de Una Primera Vez. Texto exclusivo de la revista online Musas Magazine.

Viajando se experimenta el principio infinito que impulsa al hombre a moverse.Viajando, se aprende inevitablemente a querer entender, aunque sea entre líneas, el por qué de las cosas. Implica albergar una emoción casi pueril, la sensación, constante de una primera vez

Miguel de Cervantes decía “el que lee mucho y anda mucho, ve mundo y sabe mucho”. Y tenía razón, porque viajar, es recorrer en persona las calles y parajes que se han erigido desde los comienzos de la historia, con un andar que poco a poco va pintando de un color exclusivo y personal, la impresión de la huella que dejamos al pisar.

Viajar es un proceso de emociones, desde la concepción de la idea de partir hasta que se deshacen las maletas a la vuelta, calando lo vivido para siempre en el recuerdo. Decidir el destino a dónde ir por primera vez, por ejemplo, puede ser tan excitante y complejo que casi se parece a un primer amor. No importa si se va a una playa paradisíaca o a un pueblo de raza diferente o de monumentos interesantes, lo cierto es que ese primer viaje, puede cambiar una vida.

Abrirnos a conocer nuevos destinos, nos ofrece una gama de nuevas experiencias, una permutación de sitios y gente que se vuelve infinita, no alcanza la vida para cubrir todas las posibilidades.

Viajar, es una idea inagotable, y perpetua, salpicada de efectos adictivos.

Viajando se aprende a tolerar el espacio que otra persona ocupa mientras está a nuestro lado en el camino, porque un viajero aunque emprenda solo su periplo, siempre encontrará compañía si se deja tocar por la magia del gentilicio del país que recorre.

Puede pasar, inadvertidamente que, después de un tiempo de haber andado por tierras ajenas, estas se conviertan también en nuestras. Sin diferencias, sin barreras, de repente, puede que te des cuenta de que ese otro, también has sido tú. Y quizás el inmigrante de la tienda y su familia, ya no te parezcan tan distintos porque en aquel maravilloso paseo a Estambul, fumaste pipa y te comiste esos inolvidables kebabs viendo el atardecer sobre Aya Sofia.

Tratar de balbucear con una boca sonriente palabras como hola, gracias y adiós en otro idioma, puede lograr esa cercanía entre el visitante y el visitado. Un esfuerzo valiente, auténtico para cortar la timidez y comunicarnos con el que amablemente nos ofrece las bondades de su país. Es hacer hablar a los corazones, y también un acto de humildad y reconocimiento para con quien nos recibe.

Con cada viaje intercambiamos algo de nosotros con algo de los nativos de ese otro pueblo, les damos generosamente un poco de nuestro ser y ellos del suyo, el resultado de este trueque es la felicidad, esencia propia de viajar.

Para que el viaje sea afortunado y de frutos en esa meta de crecer interiormente, el viajero debe querer con entusiasmo llenarse del mundo.

Jugar con la nieve y entender el ritmo de las olas. Sentir la suave arena del desierto en el alma, cambiar de color. Como recompensa, la realidad será percibida más hermosa de lo que imaginamos, y entenderemos que viajar, no es otra cosa que una manera de vivir.

 

Viajar, la sensación constante de una primera vez

 

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http://www.musasmagazine.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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