Esta tarde, hablando con una amiga polaca, me decía:
-Lo que quiero es comprar un boleto abierto y viajar por el mundo.
Y ese pensamiento de ella me hizo reflexionar, porque es una idea bastante común, y le pregunté:
¿Cómo te comes a un elefante?¿ Un elefante tan grande como el mundo?
Pues, bocado a bocado respondí pronto ante su silencio.
Esa expresión puede aplicarse a todas las situaciones de la vida la verdad, pero en el caso de los viajes, más que en ninguna otra circunstancia.
Viajar por el mundo. Sí, el mundo que puede ser un pañuelo cuando hablamos de encontrarse con gente, pero es realmente grande si nos referimos sólo a la geografía.
En mi humilde experiencia, la idea de conocer veinte países en dos días no me ha seducido, por lo tanto nunca he apostado por esa opción, aunque hay para todos los gustos, no me mal entiendan.
Creo firmemente que viajar significa conocerse a sí mismo, saber lo que a uno le gusta y lo que uno quiere ver o experimentar. (Hay excepciones que incluyen caer en un lugar porque «se tiene que», es decir, por trabajo etc, y de ahí hacer del deber una oportunidad, pero ese no es el enfoque de esta entrada).
Una vez viajé con dos amigas, fuimos a París. Una de las chicas era 100% sol, playa, sabor y conga. Ella invirtió un dineral en ese viaje y al final, a parte de la torre Eiffel, no disfrutó para nada. Ni el clima, ni las vistas, ni la comida ni el vino. No le interesó punto. Estuvo de mal humor los tres días y de verdad que la pobre la pasó de terror. Y ¿quién puede juzgarla? Lamentablemente la envejecida ciudad luz no era para ella.
Se quejaba y decía “ahorita podría estar en Cancún o en Punta Cana gozando un mundo bajo el sol, bronceándome, tomándome algo rico. Ella ya había estado en Cancún y en Punta Cana varias veces y sabía lo que quería, solamente que para “todos” los que fueron su referencia, la cuna del Rey Sol, les parecía la tapa del frasco. Pero y ¿por qué se entusiasmó? Simplemente porque… si a todos les gusta:
– ¿Por qué a mí no? -dijo ella.
Para viajar por el mundo hay que conocer del mundo interior, y lo más importante, no dudar de ese conocimiento de sí, porque ese mundo propio, es el que se va a nutrir de lo que haya en el exterior. Y por supuesto, porque después de todo, trasladarse representa una inversión importante.
Recordemos las canciones de Mecano “No hay Marcha en Nueva York” y la de Hombre G “Nassau” (si no la conoces, te invito a escucharlas más abajo), muy apropiadas para describir las experiencias frustrantes de viajar al lugar equivocado para ti. Por ejemplo yo AMO Nueva York y hablo maravillas pero cuando mi hermana fue por primera vez, no le vio la euforia.
Siempre recomendaré hacer una investigación exhaustiva antes de embarcarse a comprar un boleto o un paquete, y sin pretender ser una gurú, quiero dejar unos tips, que se pueden tomar en cuenta antes de vaciar las arcas del banco para hacer realidad ese viaje de ensueño sin que termine siendo una pesadilla.
- No porque a otros les parezca el mejor lugar del mundo a ti te va a gustar. Por ejemplo, quieres ir a China pero no te gusta “el gentío”, pues revisa qué ciudad tiene monumentos interesantes y evade los mercados públicos.
- Recuerda que las fotos e internet pueden engañar, utiliza literatura de viaje o visita blogs que hablen de las ciudades que quieres visitar para que tengas un espectro real.
- Si te gusta comer, trata de lanzarte a un destino que se destaque por la buena mesa.
- Con el respeto a las operadoras turísticas, busca hacer tus reservaciones de manera personal, con esas opciones que te ofrezcan confort y tranquilidad si lo que quieres es descansar. Y aunque tendrás un poco más de trabajo en organizar tus vacaciones, vas a disfrutar más que montándote y bajándote de un autobús lleno de gente y de un hotel con bufett de comida de mala calidad.
- Trata de apoyar a los pequeños proveedores ya que tienen experiencia, el trato es personalizado y van a tomar más en serio tus necesidades. Aunque si quieres NO hacer nada, tal vez te convenga más un resort con todo incluído esto si no eres de esas personas muy exigentes.
- No tengas miedo de investigar los hoteles de «estrellas luminosas», ni los restaurantes o locales ponderados, muchas veces ofrecen tarifas más atractivas que los que tienen menos categoría. No te ahorrarás mucho en el «hotelito barato» si tienes que pagar a parte el wifi, el desayuno, el estacionamiento, y otras amenidades.
- Averigua si tu hotel puede guardarte la maleta por unos días si vas a trasladarte a un lugar de naturaleza salvaje y sólo tienes espacio para un bolso pequeño con lo necesario.
- Viaja con el equipaje ligero, esto para evitar que, cuando te antojes de comprar souvenirs, no tengas que facturar extra kilos por la maleta al regreso. Normalmente para entonces estamos cortos de dinero y es una experiencia desagradable ponerse a pelear con el del mostrador por los 30 euros o dólares que cuestan los dos kilos de más.
- Lee sobre la etiqueta y las costumbres del destino, lee sobre la criminalidad, los timos comunes y también lee las noticias de ese país antes de llegar. Así evitarás sorpresas como por ejemplo, paros en los aeropuertos, protestas en las calles, huelgas en general.
- Investiga el valor del cambio de la moneda y decide cómo manejar el cambio. Pregunta o investiga dónde te darán mejor tarifa por tu dinero si en el banco, o en la casa de cambio.
- Lleva en la medida de tus posibilidades medicinas básicas, en caso de que no hables el idioma del lugar a dónde vas.
- Si viajas con mascotas revisa qué grado de tolerancia hay con los animales en esa ciudad para que tu perro, gato, pájaro o conejo no la pasen mal.
- Evita tomar taxis que no sean autorizados en los aeropuertos y no te dejes avasallar por los choferes a la salida del puerto o aeropuerto.
- Si en un lugar hay muchas opciones del mismo servicio, estudia al menos tres antes de elegir.
- Sincérate, con tu edad, con tus condiciones físicas, el clima y tu espectativa de confort.
- Si viajas en solitario o con compañía, piensa qué tipo de servicios requieres y no escatimes en gastar en un bus hop on hop off porque en general tienen buenos recorridos en ciudades grandes. Si puedes caminartelo todo excelente! Pero la idea es que disfrutes, no que llegues de tus vacaciones destruído/a. Si te da verguenza admitir que usaste un bus de estos, no te tomes fotos en ellos ni le cuentes a nadie! Jeje.
- Si viajas con niños, no sometas a los pequeños a paseos que están destinados para adultos. Recuerda cuando tenías su edad y ponte del tamaño de sus zapatos para que no te desesperes si ellos se cansan o no quieren comer «caracoles» en salsa de mantequilla de ajo y romero.
- Adereza la experiencia aprendiendo a decir al menos gracias, por favor y otra palabrita dulce en el idioma local porque de esa manera te abrirás las puertas de más de un corazón.
Conocer implica más que comprar un boleto abierto, es un vez a vez, el sabor de cada destino bocado a bocado.
Feliz Viaje!