Italia I

La Autostrada

Dicen por ahí que los viajes se viven tres veces, la primera cuando los planeas, la segunda cuando los realizas y la tercera cuando los recuerdas.

En esta tarde indecisa de septiembre, en la que el sol y las nubes llevan peleandose por el protagonismo en el cielo, pienso en el principio de mi viaje por carretera a Italia. Ya he dicho antes que amo pisar el acelerador y dejarme tragar por las autopistas. Desde que aprendí a manejar no me ha faltado camino para rodar y por eso, mientras pienso en cambiar de vehículo este año, recuerdo La Autostrada. La autopista interestatal de Italia.

Debo comenzar por decir que la sensación de familiaridad que sentí al bajarme a utilizar los servicios del parador vial «Autogrill» fue inmediato, no fue una nostalgia «maltripeante», (de mala onda, de mal rollo, de tristeza dolorosa), sino más bien una alegría lejana, porque se parecía muchísimo a las que otrora fueran las panaderías en mi país en esos años de adolescente, y que llegaron a Venezuela en los noventas.

Dulces, bocadillos, bollos, charcutería local e importada a granel. Neveras llenas de refrigerios, dulces empacados, juguetes, Nutellas y cualquier cantidad de deliciosos chocolates y otros comestibles. Como cuando en las tardes, después del colegio me endulzaba el ojo en la nueva panadería Opera en la bajada de «El Pinar» en la Avenida Páez de El Paraíso. Un parador vial en el norte de Italia y me remonté a la alegría. Me dije: sin duda, la Opera, tenía que haber sido de italianos.

Debo explicar una cosa a los lectores que no son venezolanos, en este momento de nuestra historia, habemos muchos que necesitamos encontrar raíz y sentimientos de afinidad con valores que teníamos y reconocemos como nuestros para no perder la identidad. Para no perder el gentilicio que nos vio nacer y crecer, porque de lo contrario, quedaríamos como huerfanos de patria.

Esto porque el cambio real y nominal por el que estamos atravezando en la sociedad, ha sido tan vertiginoso se siente como si vinieramos de Képler 452-b y se nos borró la memoria en los 1400 años luz de camino hacia la Tierra y caímos en este planeta así, sin historia. Sin reconocer la tierra que nos dió de mamar y nos vistió de sueños.

No estoy exagerando, buscamos en cualquier parte, como Marco buscaba a su mamá, algo que se nos parezca a lo que alguna vez vivimos. Hablo por mí, pero sé que le sucede a muchos otros. Le sucede, hasta a los que cayeron por «un error de la Matrix», otra vez en Venezuela. Dicho esto, continúo con mi cuento.

Trento

El primer destino en Italia era Florencia, pero quería conocer un poco más. Las distancias no eran tan dramaticamente largas, tres horas y cuatro de ciudad a ciudad, en una carretera impecable que invitaba a correr, (mientras más al sur un poco menos de mantenimiento vial pero así es).

Boloña y Ferrari, Padua y su ambiente estudiantil, Modena y sus vinagres? ¿Dónde parar? Trento fue la ciudad elegida por un dolor de panza, pero conocía algo de la historia de la ciudad. Que lindo lugar, un hotel 4 estrellas a precio de hostal, Tito, mi perrito fue bienvenido también, el estacionamiento incluído ¿Qué más puede una pedir en un vieje por carretrera?

Trento me compró con la simpatía de sus habitantes, me tocó comprar algo en la farmacia y el farmaceuta una sonrisa, guapísimo además, una amabilidad, jamás me increpó: dónde está el récipe médico. Y yo tratando de explicar en italiano una diarrea… y la farmacia full de gente, interesadísima en el cuento, opinando un poco y dándome consejos de cómo curarme. Muy divertido de verdad.

Una noche bastó para dejarme pensando en sus calles, sus pizzas y su suavidad humilde. Su calor, literal y figurado, sus paredes maquilladas, pero sin esconder las arrugas bajo sus fachadas. Una ciudad sincera, todavía ahí entre las montañas.

Recomiendo pasar por la Piazza del Duomo, o la Catedral de San Vigilio, adornada con la fuente de Netupno del siglo XVII, y el Castillo del Buonoconciglio, con arte y estructuras originales de los siglos  XIII, XIV y XV.

Con Trento fue el primer beso italiano, es decir, el preludio de lo que sería un romance de diez días de verano, pero que en el recuerdo de un corazón enamorado, perdurará toda la vida.

Foto de Trento tomada de Internet

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s